¿Cómo se toman las decisiones en tu empresa?




Este proceso, vital para cualquier negocio, está estrechamente ligado a la cultura corporativa.





Directiva, participativa, democrática... Estas etiquetas sirven para definir los diversos tipos de compañía, dependiendo del grado de participación que ésta reserva a sus empleados. ¿Cómo es la tuya?





Del “porque lo digo yo” al “¿qué propuestas tienen para mejorar el departamento?” media un abismo. Entre ambas expresiones se despliega un amplio abanico de sensibilidades que tienen mucho que ver con la cultura de la empresa. Por este motivo, la forma en la que se adopta una determinada medida resulta casi inamovible. Al tratarse de una cuestión muy arraigada, modificarla es una ardua tarea que requiere destinar tiempo y recursos.





Ahora bien, ¿cómo se pueden describir las posturas que adopta la empresa en la toma de decisiones? Nacho Ríos, experto de la consultora Bain & Company España, propone la siguiente clasificación:





Actitud directiva. El empresario toma las decisiones de manera unilateral y autoritaria, sin contar con la opinión de los trabajadores.





Actitud participativa. Aunque la última palabra recae en un solo individuo, éste recoge previamente los puntos de vista de sus colaboradores.







Actitud democrática. Todas las opciones son sometidas a votación. Finalmente, se adopta aquella que ha conseguido más apoyos.





Actitud consensuada. Todos los trabajadores de la empresa se involucran en la toma de decisiones y están de acuerdo con el plan de acción.





Ahora bien, si la compañía desea cambiar de modelo, es muy importante que siga estas pautas, apuntadas también por Ríos:







  • Explicar a los empleados cómo será el nuevo procedimiento de ahora en adelante.



  • Identificar los problemas que podría comportar la adopción del nuevo modelo.



  • Detectar las necesidades derivadas del nuevo método de trabajo.



  • Ser sensible al feedback que proporcionan los empleados y tratar de aplicar las sugerencias de mejora que éstos nos indican.








No obstante, además de tener en cuenta estas recomendaciones, cualquier organización necesita de un liderazgo fuerte, sustentado en profesionales con habilidades directivas, así como una sólida formación en el ámbito de la gestión de equipos. 





Para adquirir estos conocimientos, además de la experiencia laboral, conviene optar por cursos de especialización, programas de posgrado y masters (como los MBA) que nos brindan la preparación  y las competencias necesarias para afrontar con garantías la dirección de la empresa.





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